martes, marzo 02, 2010

AMOR = COCAÍNA

Según demostró el psicólogo Arthur Aron de la Universidad de Nueva York a partir de la tomografía del cerebro, el efecto del enamoramiento produce en el organismo la misma reacción que una dosis de cocaína. 
Las nuevas teorías sobre la neuroquímica establecen que el motor del amor es el cerebro, que su combustible está en el hipotálamo y que el amor es una actividad muy compleja realizada por este motor.
Cuando nos enamoramos, muchas cosas ocurren en nuestro cerebro.
Lo primero, es que produce y dispara una sustancia que lo hace “oficial”, entonces, el verdadero enamoramiento parece ser que sobreviene cuando se produce en el cerebro la FENILETILAMINA, compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas.
Al inundarse el cerebro de Feniletilamina, se promueve la producción y la secreción de dopamina (neurotransmisor responsable de los mecanismos de refuerzo del cerebro, es decir, de la capacidad de desear algo y de repetir un comportamiento que proporciona placer). Una vez que estas dos están en plena actividad, provocan que se nos acelere el pulso, nos salte el corazón y aparezcan mariposas en el estómago.
Posteriormente comienza la producción de norepinefrina, que nos hace sentir los síntomas del amor en pleno: la ansiedad, la falta de apetito, los nervios y oxiticina, que, además de estimular las contracciones uterinas para el parto y hacer brotar la leche, parece ser un mensajero químico del deseo sexual.
Toda esta maquinaria echada a andar, también moviliza las estructuras de nuestro cerebro que tienen que ver con el sistema de recompensas, o sea, aquella que es la responsable de las estrategias que cada persona implementa para conquistar a alguien, o dejarse conquistar.
Comienza el trabajo de los neurotransmisores que dan lugar a los arrebatos sentimentales, en síntesis: se está enamorado. Estos compuestos combinados hacen que los enamorados puedan permanecer horas haciendo el amor y noches enteras conversando, sin sensación alguna de cansancio o sueño.
Cuando estamos en la fase del enamoramiento, producimos endorfinas, la señal de que el amor llegó, la endorfina es la hormona de la felicidad y también se produce cuando comemos chocolate o hacemos ejercicio.
Pero, en el amor, hay fases y en cada una de ellas el cerebro se comporta de manera distinta.
Es una ironía que algo que nos quita autonomía, que los padecimientos y goces del amor se escondan, en esa telaraña de redes e de impulsos eléctricos que llamamos sistema nervioso autónomo.
En ese sistema, todo es impulso y oleaje químico. Aquí se asientan el miedo, el orgullo, los celos, el ardor y el enamoramiento.
A través de nervios microscópicos, los impulsos se transmiten a todos los capilares, folículos pilosos y glándulas sudoríparas del cuerpo. El suave músculo intestinal, las glándulas lacrimales, la vejiga y los genitales, el organismo entero está sometido al bombardeo que parte de este arco vibrante de nudos y cuerdas. Las órdenes se suceden a velocidades de vértigo: ¡constricción!, ¡dilatación!, ¡secreción!, ¡erección! Todo es urgente, efervescente, impelente... Aquí no manda el intelecto ni la fuerza de voluntad. Es el reino del siento-luego-existo, de la carne, las atracciones y repulsiones primarias..., el territorio donde la razón es una intrusa.
El affaire de la feniletilamina con el amor se inició con la teoría propuesta por los médicos Donald F. Klein y Michael Lebowitz del Instituto Psiquiátrico de Nueva York, que sugirieron que el cerebro de una persona enamorada contenía grandes cantidades de feniletilamina y que sería la responsable de las sensaciones y modificaciones fisiológicas que experimentamos cuando estamos enamorados.
Sospecharon de su existencia mientras realizaban un estudio con pacientes aquejados "de mal de amor", una depresión psíquica causada por una desilusión amorosa. Les llamó la atención la compulsiva tendencia de estas personas a devorar grandes cantidades de chocolate, un alimento especialmente rico en feniletilamina por lo que dedujeron que su adicción debía ser una especie de automedicación para combatir el síndrome de abstinencia causado por la falta de esa sustancia. Según su hipótesis el, por ellos llamado, centro de placer del cerebro comienza a producir feniletilamina a gran escala y así es como perdemos la cabeza, vemos el mundo de color de rosa y nos sentimos flotando.
Cuando uno está enamorado realmente no ve al otro como es, sino como quiere verlo. Pero, ese estado de "imbecilidad transitoria", en palabras de Ortega y Gasset, no se puede mantener bioquímicamente por mucho tiempo.
La ventaja de que el enamoramiento termine es que le abre las puertas al amor. Y si el sentimiento es real, vamos a ver a nuestra pareja como es, con sus defectos y virtudes.
Si aún así lo o la queremos, el amor nos va a dar un lapso para emprender una relación duradera en la que intervienen otras sustancias, que son la oxitocina -que es la hormona del apego- y la vasopresina -que es la hormona de la fidelidad. Ambas coinciden con la etapa de la reproducción.
La actividad de la FENILETILAMINA, perdura de 2 a 3 años, incluso a veces más, pero al final la atracción bioquímica decae. La fase de atracción no dura para siempre. La pareja, entonces, se encuentra ante una dicotomía: separarse o habituarse a manifestaciones más tibias de amor -compañerismo, afecto y tolerancia
Los expertos también dicen que el amor tiene un plazo y que si las dos partes no hace de la compañía y la comunicación un pilar, el amor se acaba, no importa lo que pase el hipotálamo entra en crisis y el amor puede mostrar su peor cara: el desamor.

viernes, febrero 05, 2010

Miotenofasciotomía selectiva y cerrada - Tratamiento para la Parálisis Cerebral

La miotenofasciotomía selectiva y cerrada es un tratamiento quirúrgico, poco invasivo, utilizado para reducir la espasticidad producida en patologías como la Parálisis Cerebral (P.C.) o en traumatismos craneoencefálicos (T.C.E.). 

Para entender mejor éste tratamiento, creo que primero es necesario definir espasticidad: según la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.) es “la resistencia dependiente de la velocidad contra un movimiento pasivo”. Yo la defino más llanamente como “limitación del movimiento producida por la presencia de de fibras musculares rígidas”.

La espasticidad generalmente resulta de daños en la parte del cerebro que controla el movimiento voluntario o también puede ocurrir cuando se presenta un daño en los nervios que viajan desde el cerebro hasta la médula espinal. Estos daños pueden producirse por causas perinatales, como la hipoxia, asfixia, trauma u otros motivos, como el proceso auto-inmunitario.
Los síntomas de espasticidad pueden ser (dependiendo de su grado):
- Reflejos tendinosos profundos y exagerados (el reflejo rotuliano y otros reflejos).
- Tijereteo (cruce de piernas.
- Movimientos espasmódicos repetitivos (clono), especialmente al tocarlo o moverlo.
- Postura inusual.
- Tener los hombros, brazos, muñeca y dedos de las manos en un ángulo anormal debido a la rigidez muscular. 

En el dibujo puede verse la fibra espástica. En un mismo músculo pueden existir varias de ellas.

Una vez aclarado esto, paso a explicar en qué consiste la intervención:
Es una intervención minímamente invasiva que consiste en la realización de incisiones percutáneas (sin abrir), que se practican con un escalpelo fino y puntiagudo (ej. un tenótomo), seccionando solamente las fibras acortadas que limitan los movimientos. Cuando la fibra patológica está seccionada, se queda sin punto de inserción y ya no puede impedir su extensión.

Las áreas del cuerpo en las que se interviene son aquellas en donde no se pueden lesionar nervios, vasos sanguíneos de gran calibre u otras estructuras importantes. Por lo cual no representa un riesgo para la salud del paciente.
Las operaciones se practican bajo anestesia general, ya que así se diferencian mucho mejor las fibras acortadas de las fibras sanas, ya que desaparece la actividad muscular pero las fibras acortadas no pueden relajarse y permanecen rígidas.

Es posible tratar con éxito hasta 16 zonas de retracción en una sola fase. Si existen muchas más retracciones, es posible operar en 2 ó 3 fases con un intervalo mínimo de 6 meses entre ellas.

Por ejemplo, en la primera fase se intervienen las piernas. En la segunda fase, los brazos y en la tercera fase, la espalda, el cuello y la cara; o bien se dividen las fases dependiendo de las retracciones más graves y del grado de acortamiento de la fibra patológica, así como del tipo de parálisis cerebral. 

Esta técnica quirúrgica es compatible con otros tipos de tratamiento o intervenciones ya que no cambia la estructura funcional y anatómica del aparato muscular ni del aparato motor en general, ni tampoco de otros órganos o sistemas del cuerpo humano.

Los efectos deseados de este tratamiento serian los siguientes:
1) Resultados generales:
-Eliminación o disminución de la rigidez local, mejoría de la extensiblidad del músculo y de la fascia o de otros tejidos blandos.
-Mejoría del riego sanguíneo.
-Recuperación de la vitalidad y disminución del proceso degenerativo de distrofia en los tejidos blandos.
-El aumento de la masa y fuerza muscular.
-Eliminación o disminución el síntoma de dolor (en caso de presentarse), rompiendo el círculo vicioso: “dolor-espasmo-retracción-dolor”.
-Disminución de la espasticidad y sensible mejoría del equilibrio emocional y anímico. Posibilidad de que se formen nuevas comunicaciones en el sistema nervioso central y de que el paciente pueda aprender nuevas manipulaciones.
2) Resultados funcionales:
-Aumento y mejoría de los movimientos.
-Mejoría de las funciones de las manos, de los brazos, de las piernas y de otras estructuras del aparato motor.
-Mejoría del equilibrio del cuerpo, de la sedestación, de la verticalización y de la posibilidad de desplazarse o de la marcha.
-Corrección de las malas posiciones y de las deformidades.
-Mejoría de la masticación, del habla, de la deglución, eliminando las retracciones de los músculos temporales, maseteros u otros (en la cara).
-Liberación del crecimiento y de la formación de los huesos y otras estructuras de los tejidos blandos.
-Evolución del niño en las mejores condiciones.

El plazo óptimo de estancia en la clínica es de 24 horas, después de las cuales se retiran los apósitos y el paciente puede trasladarse a su casa. El proceso de cicatrización (de las zonas de abordaje, es decir, recuperación de las vías cutáneas y subcutáneas de la operación), al igual que en cualquier intervención, tarda de 8 a 10 días y es conveniente que el paciente esté bajo los cuidados de un familiar al que se le indicarían las pautas necesarias, en su caso concreto.

Los pacientes que se desplazaban por sus propios pies antes de la intervención, necesitan de 2 a 3 semanas para volver a estar de pie ya que las estructuras musculares de las extremidades inferiores en función tienen una carga importante y necesitan un periodo de recuperación post-operatoria y de adaptación a nuevas posturas más convenientes obtenidas a través de la operación realizada.

Opinión personal:

Sinceramente, para mi han sido las mejores operaciones de las que he sido sometida, a nivel de resultados principalmente. He mejorado notablemente, y como consecuencia ha aumentado mi independencia personal.
Yo he sido operada 3 veces según ésta técnica, por el Dr. Nazarov, del instituto INSMICORT, en Barcelona, y sólo puedo hablar muy bien de él! Es muy buen profesional, atento, sincero, muy agradable...!!
Como ya he dicho antes, yo estoy muy contenta, y con ganas de más!

Para más información: http://www.insmicort.org/